Inspirados por el máximo pico poético del rock, la canción “Desolation Row” de Bob Dylan –por su parte “el mayor nivel de lirismo”[1] alcanzado por el cantautor y el momento de irrupción de la poética moderna en la música–, como por “Kenyatta listening to Mozart” –un poema de Amiri Baraka que tiende un puente estético entre la generación bisagra de la vanguardia poética americana (los beatniks) y las expresiones de la poesía contemporánea–, el presente ensayo propone esbozar una constelación literario-musical sostenida por las equivalencias, apropiaciones y superaciones tramadas entre la literatura y la música –y particularmente entre la música popular y la poesía moderna[2].
No es coincidencia que se haya elegido a Bob Dylan como el músico nuclear/rizomático para este texto, pues ha sido desde su obra que la música popular se abrió a las formas poéticas del canon literario como a las texturas lírico-narrativas de la música tradicional (folklore). Por ello tomamos al genial bardo de Duluth como filamento para guiarnos en este intricadísimo laberinto, haciendo de “Desolation Row” el ovillo en el que “The Wasteland” y “The Cantos” de Eliot se anudan con las baladas de los juglares del Oeste Mítico Americano y las fabulas rurales de John Steinbeck, otorgándole a esta composición casi el rol de Piedra Rosetta de las formas literarias, ya no sólo poéticas, en la música popular. Tampoco es gratuito el vínculo con Amiri Baraka, el único (último) poeta cuya obra se extiende desde la jazz poetry –híbrido primario entre la poesía libre y la naturalidad sincopada del bebop–, pasando por la era beat y la posmodernidad urbana –con el decisivo elemento de la reivindicación racial–, hasta orbitar hoy las voces del hip hop. Una panorámica de las escuelas, por nombrar de alguna forma a sus ramificaciones, de la modernidad en la poética norteamericana.
Robinson Jeffers actúa aquí como la indispensable “tercera pata” del trípode poético-musical que se está construyendo. Es evidente que no toda la música popular, que se ha expandido hacia la poética, responde a las formas modernas; sino que se acerca, muchas veces, a instancias coloquiales de estructuras recitativas. Siendo uno de los principales cultores (y difusores) del verso libre, el modelo de verso de Jeffers no se explica exclusivamente siguiendo a Aldington, Pound o Whitman; sino que refiere a un ritmo heredado de Gerard Manley y, por vía suya, de la tradición Anglosajona de la poética inglesa. Rechazando la idea de una métrica clásica (proveniente del ala “Normanda” de la herencia inglesa), Jeffers mutó el Sprung Rhythm[3] de Manley en un “énfasis rodante”, en el que trataba de otorgar cierta consistencia rítmica, natural de los cantares y baladas populares del folklore inglés, a sus versos. Es interesante observar las subrepticias formas en las que esta idea halló eco en la música, así como su antecedencia a las “libertades” del modernismo poético; amplificando así el espectro de interacción entre ambas vertientes de una misma intención lírica y la música popular.
En lo formal, está claro que es necesario introducir la temática de forma clara y concisa, por lo que se contará con una clase dedicada en su integridad a observar los distintos mecanismos poéticos en la música popular, así como a discernir las corrientes poéticas, sus formas y expansiones. Luego se procederá al desarrollo concreto del tema propuesto (las formas modernas de la poesía, y su articulador Bob Dylan, en la música popular); para finalmente dedicar una parte final al rastreo y proyección de estas incisiones poéticas en la música popular contemporánea, así como en aquella que se ha entretejido con la poesía sin necesariamente pasar por el tamiz modernista o dylaniano.
Se espera así comprender este vasto universo, casi de implicancias fractales, en sus más ricos flancos y en sus más atractivas proliferaciones.
[1] Cf. Gammond, “The Oxford Companion to music”, 2002, Oxford University Press
[2] Permitiéndonos eludir las categorizaciones históricas –al menos las propuestas por el Canon– no reducimos, para fines de este trabajo, el entendido de “Poesía Moderna” a la producida entre 1900 y 1940, sino a la engendrada bajo los preceptos que esta propugnaba; desentendiéndose de la poesía romántica de tintes (y excesos) Victorianos, apuntalándose en un verso libre y en las exploración irrestricta de modos y temas. Alumbrada por el paradigmático poema “The Wasteland” de T.S. Eliot, estudiaremos tanto la influencia en la música popular del modernismo clásico, como de sus vástagos Beatnik, Post-Modernistas o de la Nueva Poética Americana
Resulta, pues, crucial el trazado de este campo aludido; tarea primigenia en la introducción a los talleres.
[2] Permitiéndonos eludir las categorizaciones históricas –al menos las propuestas por el Canon– no reducimos, para fines de este trabajo, el entendido de “Poesía Moderna” a la producida entre 1900 y 1940, sino a la engendrada bajo los preceptos que esta propugnaba; desentendiéndose de la poesía romántica de tintes (y excesos) Victorianos, apuntalándose en un verso libre y en las exploración irrestricta de modos y temas. Alumbrada por el paradigmático poema “The Wasteland” de T.S. Eliot, estudiaremos tanto la influencia en la música popular del modernismo clásico, como de sus vástagos Beatnik, Post-Modernistas o de la Nueva Poética Americana
Resulta, pues, crucial el trazado de este campo aludido; tarea primigenia en la introducción a los talleres.
[3] Es imposible encontrar una equivalencia castellana para este concepto. Sin embargo, se da en la poética en español –particularmente en aquellos poemas donde la estructura rítmica se eleva en conjuntos silábicos (pies) de longitud variable, pero siempre enfatizados en la primera sílaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario